miércoles, 24 de noviembre de 2010

ADMINISTRANDO LA POBREZA: TENEMOS DOS TIPOS DE VENEZOLANOS (AS)

En Venezuela hay dos tipos de venezolanos (as). Unos (as) a quienes se les niega el derecho y las oportunidades y asume esta situación como una realidad, sin cuestionarla. Se resigna y hasta cree que es castigo de Dios. El otro (a) el que sabe que tienen el derecho y las oportunidades. Son diferencias esenciales de triángulos, de procesos, de autoestima, de manera de ser, sentir y pensar que crean la dualidad, las paradojas, la no ecología, la no conciencia, lo sistémico en carne viva, porque hay venezolanos (as) encerrados en su negación de crecer y hay venezolanos (as) creyendo en el derecho de ser, poder y tener.

Los actores de los distintos gobiernos, que hemos tenido en los distintos niveles: locales, regionales y nacionales han tratado de capitalizar la manera de sentir de los venezolanos (as) pero ni tan siquiera lo han logrado de sus propios partidarios. Siempre ha habido dos países, el que gobierna y le saca provecho al gobierno y el otro país, el indiferente, el que está a la expectativa, padece y critica a cuanto sucede, pero las contradicciones se hacen evidentes: teniendo democracia, el pueblo no se siente representado, teniendo necesidades no se les satisface, teniendo derechos se les colma de beneficencia. Lo que existe es un inteligente juego político, compuesto de mil enredadas formas de poder, donde los autores se las ingenian para que aquí no pase nada.

El vandalismo, la invasión, la expoliación, la destrucción, son las expresiones más frecuentes de nuestra marginalidad. El marginal incendia bosques; invade propiedades levantadas con esfuerzo y sacrificio; destroza árboles; ensucia calles; destruye obras de arte; daña los teléfonos públicos, las paradas de autobuses, las alcantarillas; roba los cables, los equipos médicos; arremete con violencia contra lo que es de todos. Una evidencia de que no hay conciencia de espacio y tiempo, no hay conciencia de límite, no se tiene claro dónde terminan nuestros derechos y dónde comienzan los derechos de los demás.

Cuántas acciones han hecho los gobiernos que se convierten en acciones de administrar la pobreza: cuando el estado asume su papel paternalista y el venezolano ve al Estado como el proveedor de alimento, vivienda, trabajo, vestido. Cómo se puede otorgar el poder al pueblo sino se toma en cuenta su contexto.

Otro elemento importante, mencionado anteriormente, son los mapas mentales, que no es más que lo aprendido. Lo que define las normas, valores y comportamientos. Somos imagen y semejanza del medio ambiente donde hemos crecido. El medio nos hace “pantalleros”, a usar el amiguismo-compadrazgo para alcanzar nuestras metas personales. Somos copiones por naturaleza, muchas veces lo que somos es porque lo hemos copiado de nuestros padres, amigos, de la TV. Nos gusta el facilismo, vivimos al día, “como vaya viniendo, vamos dando”.

Venezuela ha sido comandada por la partidocracia, el cogollismo. Andamos como las iguanas: de cogollo en cogollo. Quienes acceden al poder, cambian su identidad, pasan a ser primero del partido y luego ser venezolano, ya que ser del partido de gobierno, da status, poder, permite viajar, tener acceso y disponer de un pueblo a su antojo para repetirle a cada momento la lista de promesas y programas que nunca han cumplido.

Otro flagelo, es la corrupción, que pasa a ser un mapa, porque viene de la no conciencia de límites entre lo individual y lo social. El venezolano lo aprende en el medio por ausencia de modelos. Ha visto en ella, una forma de sobrevivencia cómoda útil y aceptada, materializada por la impunidad de los delitos, pareciera que la honradez es criticada y al corrupto es alabado, es propia de la persona “vivaracha” que luce costoso vehículos.

Somos individualistas, pensamos en sí mismo para olvidarnos del otro, nos dificulta vernos como parte de un sistema, donde todos somos importante, donde el bienestar y la calidad de vida para todos depende de la conciencia que todos tengamos del bien común. Consideramos que existe un problema, cuando dicho problema nos afecta directamente, entonces reaccionamos. Todos manifestamos que queremos a nuestro país, que somos nacionalista, pero sólo un porcentaje muy mínimo, dejamos nuestras comodidades para tratar de arreglar la situación que nos afectan, el resto espera que la solución venga del cielo.

Los políticos han tratado de vendernos “modas de hacer políticas”, como la academia lo han hecho en lo referente a “modas gerenciales” para la conducción de una organización, sin tomar en cuenta el contexto donde se pueda aplicar. Hasta el punto que nos han querido “inyectar” un nacionalismo, valiéndose de hechos pasados: recordando que nuestros indígenas eran fuerte y laboriosos, que nuestros soldados eran valientes, tal como lo señala el Prof. Barroso (1991) que “ ..El político alimenta su discurso con el pasado ajeno que no nos pertenece, porque no lo hicimos nosotros, tapando nuestros vacíos e incompetencia, produce más bien el efecto contrario: rechazo y adversión. Si lo que vemos es despilfarro, gastos inútiles, la inseguridad en aumento. Cuando hablamos de Patria, estamos hablando de cuidado y servicio, respeto y atención para todos, en todas las áreas. Patria es bienestar común: salud, educación de calidad, trabajo sustentable, vivienda digna, seguridad personal y no discurso de lo que no hemos cultivado”.

Ante estas reflexiones, es necesario preguntarnos: ¿No será que los gobernantes les interesa más, administrar la pobreza? ¿Qué pasaría con los políticos, si tenemos una Venezuela productiva, donde cada uno es capaz de resolver su problema de sobre vivencia y crecimiento personal?¿Qué pasaría si a los venezolanos se le inculca valores de solidaridad, de honestidad, responsabilidad, la alternativa de Rodríguez o la de Gallegos: educar al venezolano a ser persona, a sentirse digno y con derechos, a ser miembro de una familia, una comunidad, una organización donde lo esencial es la persona quienquiera que sea, importante y donde exista oportunidades para todos.

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